Los jardines verticales son una forma innovadora de añadir verdor y vida a espacios reducidos, transformando paredes desnudas en oasis naturales. Si bien comúnmente se asocian con plantas más pequeñas y herbáceas, es totalmente posible incorporar árboles pequeños y arbustos para crear una estructura más robusta. ¿Quieres saber cómo? En este nuevo post de Os das Árbores, expertos en arboricultura en Ponteareas, te lo contamos.
Selección de especies adecuadas
La clave para un jardín vertical exitoso con árboles y arbustos radica en la elección de las especies correctas. Busca variedades de crecimiento lento o enano que puedan tolerar las condiciones de un sistema vertical, como un sustrato limitado y un drenaje eficiente.
Algunas alternativas incluyen arbustos como el boj enano (Buxus sempervirens 'Suffruticosa'), la hiedra (Hedera helix) para un efecto cascada, o incluso pequeños arces japoneses de variedades enanas (Acer palmatum 'Garnet'). Para un toque floral, considera variedades compactas de rododendros o azaleas. Ahora bien, resulta primordial investigar sus necesidades de luz, agua y temperatura para asegurar su prosperidad en el entorno vertical.
Estructura y sistema de soporte
Un jardín vertical con árboles y arbustos requiere una estructura de soporte robusta y bien diseñada. Los sistemas modulares con bolsillos grandes o contenedores individuales son ideales, ya que permiten un mayor volumen de sustrato para el desarrollo de las raíces. Asegúrate de que el sistema pueda soportar el peso de las plantas maduras, el sustrato y el agua.
Los materiales duraderos como el metal o el plástico reciclado de alta calidad son preferibles. Además, un sistema de riego eficiente es crucial. El goteo o la subirrigación son opciones excelentes para asegurar que todas las plantas reciban la humedad adecuada sin encharcamientos, lo cual es especialmente importante para las especies leñosas.
Mantenimiento y cuidado a largo plazo
El mantenimiento regular es esencial para la longevidad de tu jardín vertical. Esto incluye la poda para controlar el tamaño y la forma de los árboles y arbustos, asegurando que no sobrecarguen la estructura ni compitan excesivamente por los recursos. La fertilización debe adaptarse a las necesidades específicas de cada planta, y es importante monitorear la salud del sustrato. Revisa periódicamente el sistema de riego para detectar obstrucciones o fugas.
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